En el mundo católico iniciamos el tiempo de cuaresma el dia miércoles recibiendo la ceniza como un gesto de humildad. Recibimos la ceniza en un mundo azotado y hecho polvo por el sufrimiento. Terremotos como en Turquía y Siria estremecen el mundo. La guerra «económica», moderna del siglo XXI en Europa: Rusia-Ucrania y los demas países involucrados, amenaza al mundo con una tercera guerra mundial. Los conflictos en Africa, una tierra rica en recursos culturas y diamantes, en la que se ha sembrado la injusticia que sufren miles y millones aorillados en la pobreza, es un grito de sangre que clama al cielo. Los contrastes en la región norte de américa, entre los que tienen mas de lo que necesitan y los inmigrantes indocumentados junto a otros tantos miles de miles que por diversas causas (desigualdades e injusticias) no logran conseguir lo necesario y viven bajo los puentes o en las acéras de las calles, sin techo y con toda escacés, es una realidad que no se puede ocultar y que enjuicia a la opulencia. Y en América Latina acompañada del Caribe, una tierra de riqueza y bendición, en donde las desigualdades castigan a inmensas multitudes que sobreviven a la vecindad de mundos que están al otro lado de la ventana, mundos a los que no les falta nada y les sobraa lo que a otros falta, es un grito silencioso cotidiano.
Es en el Corazón del hombre y de la mujer, en donde se anida el maligno incluso muchas veces disfrazado de ángel. Es aquella misma presencia sombría que salió a cruzarse en el camino de cristo cuando el hijo del hombre salía del desierto a donde habia ido a revestirse de fuerza y de esperanza. Esa presencia sombría que al cruzarse en el camino trata de confundir a Cristo el «Ungido de Dios » para apartarlo del camino camino de la vida, para aniquilarlo prematuramente y fulminar el futuro promisorio.
La tierra se parece mucho a un aereopuerto, unos vienen (nacen a esta vida, nacen a este mundo) y otros se van (mueren a la vida en este mundo) y mueren prematuramente por la violencia, la enfermedad lucrada y la carencia de lo necesario. Claro nos hemos acostumbrado a la muerte tanto a la muerte de Cristo como a la de los hermanos y a la nuestra. Hemos llenado el mundo de muerte, ahora aqui muere un niño, allá una mujer,un joven o un viejo y para que no se vea feo, a esa muerte tan vecina, la maquillamos porque nuestro mundo no puede perder su esplendor.
Ante el comodismo de hacernos los ciegos para no ver la otra realidad del otro lado de la ventana, el Papa Francisco nos invita en su mensaje anual de la cuaresma para este año a: «no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”.
La cuaresma nos pone ante lo desértico de la vida que parece históricamente insuperable, aún cuando hubiera algunos dias de nuestra historia en que pareciera que saboreamos los frutos de la tierra prometida. La realidad histórica del tiempo finito en esta tierra y el dolor cotidiano que palpamos nos mantiene como peregrinos y siempre en camino. Aunque la ruta se dirige hacia la pascua, el camino de la cruz pareciera interminable. Aunque el Gólgota esta siempre en el horizonte, el Cirineo aprende que Cristo no claudica ni se rinde. La cuaresma es el camino para aprender a no rendirse.
La cuaresma es el tiempo del grito de los profetas: establezcan la justicia en la tierra y comparte tu pan con el hambriento. Que es el mismo llamado a construir un mundo mas justo, mas humano y mas igual en el reconocimiento de la dignidad humana no solo para unos cuantos privilegiados de la tierra: y un mundo mas justo, mas humano y mas igual en la distribución de los bienes de la tierra como nos lo enseña la Doctrina Social de la Iglesia. Los sencillos de la tierra tambien nos aleccionan en este conocimiento de compartir el pan mientras habitemos la tierra.
Aca le ofrecemos el Mensaje anual del Papa Francisco para la Cuaresma 2023.