En diversas ocasiones el Papa Francisco ha insistido en la importancia de no perder la memoria de la historia. Lo dijo cuando visitó algunos lugares de holocaustos en diversos países del mundo, entre ellos, al visitar los lugares del holocausto judío. En la Iglesia se conserva la memoria de los pueblos porque como confirmó San Juan el evangelista autor del Apocalipsis, al estar ante la revelación del nuevo pueblo de Dios, un pueblo universal: «Eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación.»
Y es que el pueblo de Dios se conforma por los creyentes y por las víctimas sacrificadas que cargaron sobre sí, el peso de los sistemas injustos. Es el caso de los mártires del tiempo del Apocalipsis y es el caso de los mártires, creyentes o no creyentes de todos los tiempos.
El 7 de marzo de 2019, en la Capilla de Santa Marta, Francisco predicó sobre la importancia de “no olvidar la memoria del Paso de Dios”, recordando la Pascua de la Salida del Pueblo, su camino por el desierto hacia la tierra prometida y el memorial de la Pasión del Señor. De la misma manera ha pedido que los pueblos no pierdan su memoria y no olviden su historia.
Y es que la tierra entera está llena de aquellos niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres que cargan sobre sí y a veces como víctimas “mudas” silenciosas, el peso de la escasez que sostiene y acrecienta el bienestar de los injustos. Y hasta el sacrificio de los sacrificados para consolidar el poder del que domina y gobierna con engaño y corrupción y no para la aseguranza del bien común.
Guatemala entró en la noche mas oscura de su historia a finales de la década de los años setenta y al inicio de los ochenta. Varias generaciones todavía recuerdan los rostros de los torturados, los muertos y lo sanguinario del tiempo de los generales Romeo y Benedicto Lucas García.
Y nadie olvida los tiempos de Rios Month. El 3 de marzo de 1983, 4 días antes de que el primer Papa pisara tierras guatemaltecas, eran fusilados 6 hijos de esta misma tierra. La mayoría de la prensa nacional e internacional registro el dato, y es que el Papa Juan Pablo II, visitaría el País a partir de ese 7 de marzo. Los noticieros informaban y hablaban sobre lo que acontecía, el Papa había enviado una comunicación oficial solicitando el indulto para los condenados. Sin embargo, el General Efraín Rios Month, que dirigía el gobierno defecto que había tomado el poder mediante un golpe de Estado meses atrás, cerró los oídos a la petición papal y los fusiló 4 días antes de su llegada. Los fusilados fueron ejecutados por los tribunales de fuero especial creados para ese tipo de juicios.
El diario internacional “el País”, publicó ese día 4 de marzo: “Gran tristeza de la Iglesia de Guatemala por la ejecución de 6 personas en vísperas de la visita de Juan Pablo II”. El medio desplegó una nota de prensa que resumía los hechos y la situación del cruento conflicto armado en el que estaba sumergido el país.
A pesar de ello, el Papa no desistió de su viaje y realizó la visita programada, encontrándose con los sectores golpeados y sufridos de las diversas regiones del país. Los años ochentas eran los más cruentos y oscuros de la historia de este pueblo ubicado en el itsmo centroamericano.
La Iglesia guatemalteca que está conformada por los pueblos que reciben en sus corazones “la alegría del Evangelio”, comprendiendo su esencia y naturaleza revitalizada con el Concilio Vaticano II, acompañó hondamente a las poblaciones afectadas durante esa larga y cruenta guerra interna que recrudeció sus acciones armadas en la década de los ochenta y duró “legalmente” de 1960 a 1996.
Más adelante, participó activamente en las negociaciones que llevaron al logro de los acuerdos de paz por medio de la Comisión Nacional de Reconciliación CNR. Y tres años antes de la firma del acuerdo final, de cese de la guerra, la Iglesia Católica creó, desató e impulsó el proceso de la Recuperación de la Memoria Histórica Remhi, encabezada por el Obispo Juan José Gerardi Conedera, a fin de lograr un diagnóstico de las atrocidades cometidas durante el conflicto armado, inducir a un reconocimiento de los hechos, resarcir a las víctimas que en Guatemala eran multitudes, poblaciones enteras y lograr que el Estado atendiera las causas que generaron el conflicto armado, resarciera los daños cometidos, se lograra la reconciliación y se alcanzara el desarrollo genuino de las regiones y de la ciudadanía.
A la comisión mediadora del diálogo para el alcance de los acuerdos CNR, le sucedió la Comisión de Verificación del cumplimiento de los derechos humanos y del cumplimiento de los acuerdos de paz, creada desde la ONU: la MINUGUA. La Iglesia continúa participando activa y consciente, creando sus propias instancias para contribuir con toda la sociedad guatemalteca, por ello a la Iglesia mayoritariamente se le cuenta entre la población mártir. La Minugua culminó su trabajo el 15 de noviembre del 2004 y sus funcionarios se fueron del país. Los acuerdos de paz se cumplieron a medias, el Estado no solo no reconoció sus atrocidades sino que el principal impulsor de la memoria histórica fue asesinado de forma cruel y cruenta.
Las causas que generaron el Conflicto armado siguieron latentes, problemáticas como la de la tierra, el crimen organizado, la corrupción de los gobiernos y estructuras del Estado, la criminalización, persecución y exilio de líderes impulsores de la democracia y del Estado de derecho, lideres defensores de los derechos civiles y líderes indígenas fueron perseguidos y eliminados.
El sistema de justicia independiente e imparcial, debía fortalecerse y darle seguimiento a los procesos pendientes, proteger al Estado y a la población de la criminalidad de los aparatos y poderes paralelos públicos y clandestinos que operaban en todo el territorio nacional desde dentro y desde fuera del mismo Estado y poderes económicos. Por ello apareció la iniciativa de la Creación de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala CICIG.
Según relata el mismo sitio oficial: La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) es un organismo internacional independiente establecido por un Acuerdo entre las Naciones Unidas y el Estado de Guatemala en el 2007, en respuesta a la solicitud de asistencia que hizo el gobierno de ese país.
La CICIG tiene (tenía) como objetivo apoyar y fortalecer a las instituciones del Estado de Guatemala encargadas de la investigación y persecución penal de los delitos cometidos por cuerpos ilegales y aparatos clandestinos de seguridad (ciacs): grupos criminales que han infiltrado las instituciones estatales fomentando la impunidad y socavando los logros democráticos alcanzados en Guatemala desde el final del conflicto armado interno, en la década de 1990.
La Comisión fue dirigida en la primera etapa por el Comisionado Español, Carlos Castresana, en la segunda etapa por el costaricense Francisco Dall´Anese y en la tercera etapa por el colombiano Iván Velásquez, quien abruptamente, fue expulsado del país junto con otros funcionarios internacionales y varios de los funcionarios guatemaltecos laborantes de la Comisión fueron exiliados. La Comisión fue creada el 12 de diciembre de 2006 y disuelta el 3 de septiembre de 2019.
Los años 2020, 2021 y 2022, han sido años de fatalidad, no solo por lo que ha significado en cifras de muertes, sino porque la pandemia del Covid19 que azotó al planeta, golpeó duramente a los países pobres como Guatemala. El modo de afrontamiento, los encierros, los estados de sitio, “la criminalización de los contagiados” (en la primera etapa se les trataba y perseguía como criminales), la suspensión del transporte público, el cierre de empresas, el golpe de la muerte y de la economía en la mayoría de la población acentuada en los más pobres seguida de cooptación del Estado, el alza de la canasta básica, el aprovechamiento de la situación por parte de los poderes políticos y los poderes económicos agudizaron la situación. A esto le sigue la consolidación del pacto de corruptos y por tanto el pacto de la impunidad, todo ello y más, “han hecho del Estado de Guatemala, un Estado disfuncional con un duro retroceso del desarrollo humano y social”. Para una mirada amplia podemos confrontar los últimos comunicados sobre temas de la realidad nacional emitidos por la Conferencia Episcopal de Guatemala.
El 3 de este octubre vio la luz la Convergencia Nacional de Resistencia CNR, encabezada por el Cardenal guatemalteco Alvaro Leonel Ramazzini. Para su presentación pública se dió lectura a un comunicado en el que constató que: mafias del crimen organizado, redes de corrupción e impunidad, grupos neofascistas que actuaba dentro de los tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial para satisfacer los intereses personales y de grupos del país. También hicieron ver que: «El país tiene una élite económica depredadora e insaciable, una clase política corrupta y fundamentalista, además, carecemos de liderazgos políticos o sociales confiables, propositivos y honestos»
El aparecimiento de la Convergencia confirma un retroceso peligroso del país hacia el pasado y a partir de la expulsión de la CICIG; y revela los planes de las mafias del Crimen organizado. En un corto tiempo de vacío nacional avanzó la cooptación del Estado y se eliminaron los contrapesos. A pasos agigantados los grupos del crimen se reafirman en el poder y se preparan para fortalecerse en las próximas elecciones del 2023, incluyen en sus planes un posible Fraude electoral si fuera necesario tal como la Convergencia Nacional de Resistencia denunció públicamente.
De mil formas se lapidó la memoria utilizando acciones y campañas informativas-desinformativas, persiguiendo y aniquilando a los que apostaron por un proceso de paz verdadero, corrompiendo en donde fuera necesario y aniquilando a los agentes operantes de las estructuras de justicia que era lo que podría salvar a Guatemala. Se roba el dinero del erario nacional a la sociedad guatemalteca, como estrategia incidente de los últimos periodos de los gobiernos, no solo como acto cleptománico al que está habituado el poder económico y político mayoritariamente implicado en la corrupción y el desfalco; sino como estrategia para la mutilación, sometimiento, polarización y paralización de la sociedad.
Los dias 1 y 2 de noviembre como cada año, por fe y cultura ancestral y cristiana, como en muchos lugares, la población visitará a sus muertos y la memoria vuelve, se refresca, no solo por la renovación de la relación con aquellos de quienes somos parte en una sucesión de generaciones, sino porque cada finado, es una historia del rompecabezas de toda la humanidad y de la historia del país. Ante la memoria y frente a la historia, a la ciudanía nos corresponde tomar conciencia y asumir nuestro papel, tal como lo viene haciendo constantemente la Iglesia y el Papa Francisco en el mundo, tal como lo viene haciendo el episcopado guatemalteco y la Convergencia Nacional de Resistencia.
Visitemos las tumbas, los lugares de nuestros muertos, oremos por sus almas, honremoslos y no olvidemos sus historias.